El muerto estaba en pie.
Los sindonistas gustan de afirmar que la única prueba contra la autenticidad del sudario que tienen los escépticos es la datación por radiocarbono. Cf. aquí , por ejemplo. Como espero que se habrán dado cuenta quienes hayan leído estas entradas, esto no es cierto. Es cierto que se trata de una de las evidencias mayores contra la autenticidad, pero no la única. Creo que es relativamente fácil demostrar a quién no sea un creyente fervoroso que las contradicciones en que incurren los sindonistas al tratar de evitar la explicación más plausible, la de que la imagen sea obra de manos humanas, son demostración suficiente de que su creencia no es racional. Es lo que vengo haciendo en las últimas entradas.
Una de las contradicciones más palmarias de la imagen de Turín es que se trata de un cadáver (lo que se infiere claramente por las heridas, la posición del cuerpo y los ojos cerrados) que está en pie. ¿Por qué afirmo semejante cosa? Por un detalle muy sencillo: la melena de Cristo -dejémonos de gaitas, porque eso es lo que representa la imagen- cae armoniosamente -insisto, cae-, armoniosamente a ambos lados de la cara. A menos que sea un nuevo milagro, el de la cabellera flotante, esto no ocurre en un cuerpo tumbado. Sólo es posible si está en pie. Me perdonarán que añada dos fotos que aclaran algo que es obvio.
No soy el primero en haberme dado cuenta de esta circunstancia que, una vez más, contradice todas las reconstrucciones de Jumper, Jackson, Piczek y demás. Los partidarios de la teoría de la cámara oscura han usado personas puestas en pie en sus simulaciones. Pero dentro del sindonismo se pasa de puntillas sobre este espinoso tema. Solamente conozco un artículo que trate frontalmente con él. El de Gilbert Lavoie, que voy a comentar a continuación porque me parece muy interesante.
El Dr. Gilbert Lavoie, especialista en medicina interna y ocupacional, se ha dado cuenta de un par de cosas que los forenses sindonistas que han examinado la imagen parecen haber pasado por alto. La más sencilla es la del cabello. Después de un “estudio sobre la Gravedad”, que es como enfáticamente llama el Dr. Lavoie a la constatación de que todo en este mundo, incluyendo el pelo de un dios, cae hacia abajo y no hacia arriba, concluye varias veces que “la forma de la imagen es consistente con la de un hombre de pie” (2010:6). Como se ve en estas fotos que él incluye, por si hiciera falta ilustrar esta obviedad.
Esto, tan obvio, es contrastado con la apariencia de la imagen dorsal. Como muestra Lavoie con una expresiva imagen (p. 4) y un breve “estudio sobre la Gravedad”, el peso de cualquier cuerpo humano depositado en una superficie plana produciría unos aplastamientos en varias zonas de contacto que en la imagen deberían aparecer como zonas de color intenso homogeneo. Estas formas no existen, luego el cuerpo debería estar en pie.
Lavoie tiene en cuenta las explicaciones que algunos sindonistas han dado a la ausencia de aplastamientos basándose en el rigor mortis. El Dr. Villalaín, por ejemplo, analizó el fenómeno del rigor mortis a partir de la literatura especializada, de algunas obras de misteriología y de los relatos evangélicos, llegando a la conclusión de que en el caso de Jesús podría haber durado entre 3 y 6 horas a partir de la hora de haber sido desenclavado, con oscilaciones parciales oportunas para permitir bajar los brazos a su lugar recatado (2010:120). Dejando aparte estas extraordinarias coincidencias temporales que permitirían la manipulación del cadáver, con rigor mortis localizado y oscilante, lo que no aclara en todo el artículo el Dr. Villalaín es el problema que estamos tratando aquí, el de la no aparición de los aplastamientos. Porque lo que afirma el Dr. Lavoie es que, aunque se habla de rigor mortis completo, éste no lo es tanto que impida que se formen las deformaciones más o menos acusadas porque no afecta a la piel ni a la grasa que envuelve los músculos (2010:7). Todos los cadáveres de la morgue las presentan. Por lo tanto, hablar de rigor mortis total, como hace el Dr. Villalaín no es relevante para excluir la afirmación de que si no hay aplastamientos no hay posición supina. Su trabajo es muy completo… salvo en el punto que tratamos de aclarar.
Pero mantener la teoría de que las manchas de sangre se produjeron con el cuerpo acostado, como hace Lavoie, choca con su celebrada Gravedad, como mostré en otra entrada . Y mantener que el cadáver se puso en pie para imprimirse en la tela no sólo choca con las teorías de la distancia proporcional entre piel-tela, la proyección ortogonal y con la posición de los pies, sino que también obliga a recurrir a nuevos milagros que expliquen la imposible situación del lienzo en el momento de la impresión. Sobre los milagros ya he dicho todo lo que tenía que decir. Sobre las contradicciones hablaré en otra entrada.

Hans Holbein, el Joven. Cristo en la tumba. 1520-22.
Bibliografía.
Lavoie, Gilbert: “A medical study of the surface anatomy of the image and a medical forensic evaluation of the blood marks of the Shroud of Turin in relation to image formation”. Proceedings of the International Workshop on the Scientific Approach to the Acheiropoietos Images, Frascati, ENEA, 2010. http://www.acheiropoietos.info/proceedings/LavoieWeb.pdf
Villalaín, José Delfín: “Estudio de la rigidez cadavérica que presenta la Síndone de Turín”. Cuadernos de Medicina Forense, v.16 n.1-2 Sevilla ene.-jun. 2010, pp. 109-123. http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1135-76062010000100012&script=sci_arttext .
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